TOGADO
DEL CORTIJO DEL DUQUE
La estatua representa la figura
masculina de un togado que se esculpió desde encima de las rodillas hasta la
cabeza, que ha desaparecido, apreciándose el inicio del cuello. La parte del
pecho, comprendida entre la mano y el cuello, parece que fue destruida de forma
intencionada, eliminando el relieve que habría en esa parte, quedando solamente
algunos pliegues de la túnica que llevaba bajo la toga.
La figura va envuelta en un pallium denominado también toga exigua o praetexta,
que deriva del himation griego, siendo distinta de la toga de épocas
posteriores. El pallium fue
adoptado por los romanos a partir del siglo III a. C., para generalizarse más
adelante y competir con la toga
imperial.
Del lado derecho de la escultura
parten cinco pliegues curvos que se recogen, a la altura de la cintura, en la
mano izquierda (de la que sólo queda un muñón), desde donde caen verticalmente.
Sobre el pecho se forma un gran escote triangular a modo de sinus con
los pliegues más juntos y densos, apreciándose cuatro a la derecha y seis a la
izquierda. En el vértice aparece la mano derecha, con los dedos muy
desgastados, sujetando la prenda.
La parte posterior de la figura no
se labró. En ella se ven los surcos que dejó la reja de un arado que produjo
una rotura en el lateral derecho de la estatua, entre el primer pliegue y el
segundo. Otra rotura, que afectó a los pliegues que caen verticalmente, está en
el lado izquierdo, junto a la base, que fue aplanada toscamente, pues se
aprecian las marcas del cincel, pero que permite que el togado se mantenga
vertical con un pequeño apoyo.
La piedra que se utilizó en su
confección es la roca arenisca de grano fino, muy utilizada por los escultores
ibéricos.
Figuras semejantes han aparecido
en otros lugares de España, como en el Cerro de los Santos de Montealegre del
Castillo (Albacete), en Tarragona, en Barcelona y en Badalona.
Para algunos investigadores,
estos togados son la última manifestación de la escultura ibérica. La posición
de la mano cogiendo el pallium es propia del periodo romano
tardorrepublicano.
La cronología que se les asigna
oscila entre el siglo II a. C. y el I a. C., pero los estudios más recientes se
inclinan por situarlos en los decenios centrales del II a. C.
La finalidad de estas esculturas
no está clara. Se han considerado representaciones icónicas, religiosas,
exvotos, retratos, etc.
La figura, al igual que las que
son semejantes a ella, destaca por su rigidez y frontalidad y pudo ser labrada
por un artesano local.
La presencia de este togado en
El Duque indicaría el alto grado de romanización de la zona de la Puebla ya en
época temprana. Podría manifestar la presencia en el lugar de un personaje de
cierta relevancia, que incluso contase con la ciudadanía romana, y con un
elevado poder adquisitivo, ya que se ha señalado que estas esculturas sólo
pudieron ser adquiridas por las clases sociales superiores de las comunidades
ibéricas, destinadas a servir a la trama socio-política-económica creada en
Hispania por los romanos.
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