PINTURA RUPESTRE DE LA CUEVA DE LAS GRAJAS
La Cueva de las Grajas, que debe su nombre a que algunos
córvidos utilizan para refugiarse y anidar algunos huecos de su techo, es una
cavidad de considerables dimensiones que se localiza en la Sierra del Coto de
la Zarza, próxima al Cerro de Enmedio y
al Collado de las Cobatillas. No está en el Cerro Gordo, en el límite entre
Almería y Granada, como se publicó en los primeros trabajos, dando lugar a
errores posteriores, ya que se incluyó en los estudios de cuevas con arte
rupestre del norte de Almería.
Su entrada, situada a unos l.250 m. de altura, está en
una zona llana amesetada y rodeada de montañas, abriéndose en profundidad a
modo de sima. Descendiendo por una ligera pendiente, muy irregular y alterada
por el paso del ganado, se accede a su vestíbulo. En él aparecen
amontonamientos de piedras y de ramajes, colocados por los pastores para
modificar su acceso o hacerlo más practicable, ya que desde antiguo se ha
utilizado para guardar los rebaños. Esta actividad ha hecho que en su interior
se haya acumulado, a lo largo de los años, una gran cantidad de estiércol, por
lo que en su techo se excavó un pequeño túnel, para intentar extraerlo. Las
paredes están muy ennegrecidas por la humedad y en algunos puntos se aprecian
filtraciones de agua. Dentro de la
cueva, en su parte más baja y oscura, comienza una galería de difícil acceso
por su estrechez, poca altura y por su pendiente.
La estancia en la cavidad no es agradable por el fuerte
olor a ganado, la humedad, la oscuridad y por la presencia de restos de ovejas
muertas. Su habitabilidad se hace difícil, siendo más adecuada para esta
función el área del vestíbulo.
En su interior es muy complicado encontrar materiales
arqueológicos, aunque Breuil señalaba la presencia de cerámicas antiguas de
distintas épocas, junto a restos de animales domésticos y salvajes (ciervos).
Solamente en su exterior, al oeste de su
entrada y junto a una suave elevación, hay un afloramiento de sílex en el que
se han podido recoger unas pocas lascas y algún núcleo.
A pesar de que la cueva no presenta las características
típicas de los abrigos pintados levantinos, en marzo de l9l3 fue visitada por
el abate H. Breuil y por D. Juan Cabré,
que estaban estudiando varios abrigos con pinturas de la zona de Vélez Blanco
(Almería). Encontraron en ella vestigios de pinturas, conservándose tan solo la
cabeza de una cabra.
Se encuentra en una pared lisa, próxima a la entrada. Es
de color rojo muy difuminado, ya que apenas se puede apreciar, y presenta unos
cuernos largos y paralelos inclinados hacia atrás. No quedan restos de otras
partes del animal.
Sus descubridores la consideraron como una pintura
paleolítica y algunos estudios recientes mantienen esta cronología. Sin
embargo, por su naturalismo y dimensiones, ha sido incluida en distintos
trabajos sobre el Arte Levantino, que es de época postpaleolítica.
BIBLIOGRAFÍA
Breuil, H. y Obermaier, H.,
«Travaux de l’anée l9l3», l’Anthropologie, tomo XXV, 1914, p. 243.
Breuil, H y Motos, F., «Les
roches a figures naturalistes de la région de Velez Blanco (Almería)», l’Anthropologie,
tomo XXVI, l9l5,pp. 332 y 333, fig. 9.
Cabré, J., El arte rupestre
en España, Madrid , 1915, pp. 76, 207, 219 y 220, fig. 103.
Beltrán, A., Arte rupestre
levantino, Zaragoza , 1968, p. 68.
Adams, L., Les pintures rupestres du levant
espagnol, París, l984, p.240, fig. 200-5.
Soria, M., y López, M. G., El
arte rupestre en el sureste de la Península Ibérica, Jaén, 1989, pp. 58 y
59, fig. 23.
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