HIGUERUELA
El poblado ocupa un cerro calizo de
mediana altura, situado en una pequeña alineación montañosa próxima al Cerro
del Cántaro. Se ubicó a espaldas del cortijo de Higueruela de Arriba, muy
cercano a una fuente de escaso caudal, pero que serviría para cubrir las
necesidades de su población. En sus proximidades desembocan las ramblas
endorreicas de Campillejos y de El Prado.
La vegetación predominante es de arbustos
como el tomillo, romero, ajedrea, plantas espinosas, etc. Hay también algunas
sabinas y, junto a la carretera a María, una pequeña formación de pinos. Los
terrenos circundantes están dedicados al cultivo de cereales de secano y de
almendros. Algo más alejadas hay tierras que se han puesto recientemente en
regadío.
Desde el yacimiento se controla visualmente
toda la parte sur de la llanura del Campo de la Puebla. Hacia el este la
visibilidad queda interrumpida por la Sierra de Alcatín, pero se domina el paso
a través de la Hoya de la Higuera.
Las dimensiones del asentamiento son
pequeñas, como la mayoría de los que se conocen en este periodo. Estuvo rodeado
por una gruesa muralla de forma ovoidal de unos 77 m. de eje longitudinal, 66 m. de anchura máxima y dos metros de
grosor, que se adapta al terreno, habiendo tramos en los que aún se puede
apreciar sin dificultad. Estaba construida con piedras de tamaño medio, que en
diversos puntos aparecen caídas hacia el exterior, formando una especie de
talud.
Aunque el poblado se conserva
relativamente bien, en algunas zonas hay agujeros producidos por excavaciones incontroladas, en donde se han
recogido numerosos fragmentos cerámicos y restos de techumbre con improntas de
troncos y de cuerdas de esparto. En la parte mas alta hay un gran
amontonamiento de piedras que podía indicar la presencia de un torreón.
En sus
alrededores hay otros indicios arqueológicos:
§ En
el punto más alto de la alineación montañosa, el Cerro de Higueruela, hay una
pequeña meseta redondeada en la que se aprecia un amontonamiento de piedras al
norte, que podían pertenecer a estructuras de viviendas. Se ha recogido
cerámica a mano y a torno (esta última muy rodada) y sílex.
§ Cerca
de la muralla y en la ladera que desciende hacia la carretera hay una estructura
circular que en uno de sus lados aprovecha la roca natural. Por esta misma zona
hay piedras que parecen adoptar una disposición en círculo, que podían ser
restos de fondos de cabaña o de túmulos.
§ En
la cuneta que hay al norte de la carretera, a poca distancia de la balsa del
cortijo de la Higueruela de D. José Morote,
apareció, hacia el final de la década de los años cuarenta del pasado
siglo, lo que debió ser un Sepulcro de corredor. Fue descubierto por un peón
caminero que extraía tierra para reparar la carretera. Disponía de una puerta
de entrada cuadrangular adintelada formada por dos piedras verticales y otras dos horizontales,
que se cerraba mediante una losa y que daba acceso, tras un ligero escalón, a
una primera sala en la que se encontraron cuchillos de sílex, hachas de piedra
pulida y restos humanos que al parecer fueron introducidos en un saco y
llevados al juzgado. A continuación venía otra segunda habitación, que estaba
vacía, separada de la anterior por una pared hecha con losas de piedra y en
medio de la cual había un segunda puerta de acceso construida como la primera.
Tanto las paredes como el techo estaban cubiertos totalmente por lajas de
piedra, que se llevaron a los cortijos próximos para enlosar habitaciones, para
canalizaciones etc., e incluso algunas se rompieron.
§ En
la zona situada debajo de la fuente y de la pequeña huerta aún se pueden ver
los restos de muros pertenecientes a un villa romana que debió ubicarse hacia
el siglo I a. C.
Entre los materiales encontrados, típicos de
la Edad del Cobre, destacan numerosos campaniformes con decoración incisa y puntillada, junto a láminas, laminitas, geométricos, dientes de hoz, placas para hoces en sílex tabular, un núcleo y una laminilla de obsidiana, adornos sobre caracolas marinas, una varilla de cobre, etc. Un fragmento con acanaladuras, parecido a otros encontrados en los Millares, junto a numerosos restos con tratamiento a la almagra, podían ser indicios de la existencia de una fase del Neolítico final o Eneolítico precampaniforme. De ser así el poblado de Higueruela se situaría entre el final del III milenio y los primeros siglos del II a. C. La existencia de lo que sería un trozo de pie de copa indicaría que pudo llegar a la Edad del Bronce.
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